Todavía no sé porqué...

Fué uno de los últimos días, nuestro paso por el ritmo pausado de la isla, nos había inyectado la calma en las venas y parecía que teníamos de nuevo todo el tiempo del mundo por delante.
Disparé, una toma rápida, tímida y discreta. El "sujeto" no sabía que él había sido el causante del fogonazo, le amparaba la inocencia del que ignora. No quería incomodarle.
Pasaba a su lado, se movió atrayendo de nuevo mi mirada hacía él... todavía no sé porqué, le ofrecí mi botella de agua. Con un esbozo de lo que pretendía ser una sonrisa, rechazo mi ofrecimiento. Insistí, como queriendo compensar mi disparo secreto. Esta vez, la agradeció y bebió. Un sorbo pequeño, muy pequeño.
Le sonreí, y él relajado bebió un poco más.
Hablamos algo, muy poco, y seguí mi camino. El siguió con su trabajo de jardinero. Asió su oxidado machete y empezó a rascar la hierba.
A mi regreso seguía allí, desde arriba volví a disparar. Esta vez me miró, me miró a los ojos. Me mostró una sonrisa vacía de dientes, pero llena de ternura.