Cada año, las nubes del monzón, obligan a cientos de familias a vivir en los polvorientos márgenes de los caminos. Sus tierras, viviendas, y pocos enseres se inundan, pero sin dejar la sonrisa bajo el agua, recogen a los animales, a los niños, dos ollas y una esterilla, y realizan un éxodo de 3 a cuatro meses al borde seco de las carreteras de tierra y barro.
1 comentario:
Hooolaaa!!! Aqui esta el imperativo que me mandaste hecho realidad. Solo decirte que es increible que esta gente no pierda la sonrisa quando se inunda todo,por que no aprendemos de ellos los occidentales..???
Y por cierto:este blog no es un poquito de ti,creo que eres tu realmente,un abrazo
Publicar un comentario